sábado, 1 de noviembre de 2008

Ya no hay forma de pedir perdon


Ya No Hay Forma de Pedir Perdón
(Pedro Aznar)

¿cómo voy a lograr que aún me quieras?
¿cómo lograr que quieras escuchar?
Cuando este fuego me desvela
Pero despierto solo una vez más
¿cómo lograr verte de nuevo?
¿cómo he de recobrar tu corazón?
¿cómo aceptar que todo ha muerto
Y ya no hay forma de pedir perdón?
Qué mal, qué mal,
Esta absurda y triste historia
Que se pone cada vez peor
Qué mal, qué mal,
¿por qué ni puedo hablarte?
Temo que es así,
Que ya no hay forma de pedir perdón

¿cómo lograr que aún me quieras?
¿cómo lograr que quieras escuchar?
Cuando este fuego me desvela...
¿qué es lo que voy a hacer?
¿qué es lo que voy a hacer
Si ya no hay forma de pedir perdón?

Elton John


Leyenda del amor imposible


Leyenda del amor imposible

(basada en un cuento de A. Dolina)


Dice la leyenda que a cada hombre

Hay solo una mujer que le corresponde,

Que esta destinada para vivir a su lado

En una eternidad despojada de años.


Ella ha nacido únicamente para ser su amante

Su voz solo fue inventada para susurrarle

Sus labios para ser manto en las noches frías

Del vago sufrimiento diario de la melancolía.


Sus ojos par de antorchas incandescentes

A veces prendidas y a veces ausentes.

Sus besos dulces pinceladas carmines,

Pasiones voladoras en pétalos de jazmines.


Esta mujer existe y por el mundo anda vagando

Pero se dice que todavía nadie la ha encontrado

Por que Dios ha decidido que estos caminos

Sean unidos por el hombre y no por el destino.


Y para eso es esta ya antigua leyenda

Que vive entre nosotros y nadie se da cuenta

Para diariamente empezar a morir sin sentir el dolor

Por que jamas nadie sabrá lo que es el verdadero amor.


Pero un día la vi; ella estaba sobre el lomo de un asiento

Corrí velozmente a sobra de sudor y a falta de aliento

Le conté todo; pero se marcho y se perdió en la lejanía

Y solo una lagrima aquí dejo.., Porque ella todo ya lo sabia.

lunes, 27 de octubre de 2008

Charles Bukowsky


La chica mas guapa de la ciudad

Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decían que estaba loca. Lo decían los tontos. Los tontos no podían entender a Cass. A los hombres les parecía simplemente una maquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía.
Sus hermanas la acusaban de desperdiciar su belleza, de no utilizar lo bastante su inteligencia, pero Cass poseía inteligencia y espíritu; pintaba, bailaba, cantaba, hacía objetos de arcilla, y cuando la gente estaba herida, en el espíritu o en la carne, a Cass le daba una pena tremenda. Su mente era distinta y nada más; sencillamente, no era práctica. Sus hermanas la envidiaban porque atraía a sus hombres, y andaban rabiosísimas porque creían que no les sacaba todo el partido posible. Tenía la costumbre de ser buena y amable con los feos; los hombres considerados guapos le repugnaban: "No tienen agallas -decía ella-. No tienen nervio. Confían siempre en sus orejitas perfectas y en sus narices torneadas... todo fachada y nada dentro..." Tenía un carácter rayando la locura; Un carácter que algunos calificaban de locura.
Su padre había muerto del alcohol y su madre se había largado dejando solas a las chicas. Las chicas se fueron con una pariente que las metió en un colegio de monjas. El colegio había sido un lugar triste, más para Cass que para sus hermanas. Las chicas envidiaban a Cass y Cass se peleó con casi todas. Tenía señales de cuchilladas por todo el brazo izquierdo, de defenderse en dos peleas. Tenía también una cicatriz imborrable que le cruzaba la mejilla izquierda; pero la cicatriz, en vez de disminuir su belleza, parecía por el contrarío, realzarla.
Yo la conocí en el bar West End unas noches después de que la soltaran del convento. Al ser la más joven, fue la última hermana que soltaron. Sencillamente entró y se sentó a mi lado. Yo quizá sea el hombre más feo de la ciudad, y puede que esto tuviera algo que ver con el asunto.
- ¿Tomas algo?
- Claro, ¿Por qué no?
No creo que hubiese nada especial en nuestra conversación esa noche, era sólo el sentimiento que Cass transmitía. Me había elegido y no había más. Ninguna presión, Le gustó la bebida y bebió mucho. No parecía tener edad, pero de todos modos le sirvieron. Quizás hubiese falsificado el carnet de identidad, no sé. En fin, lo cierto es que cada vez que volvía del retrete y se sentaba a mi lado yo sentía cierto orgullo. No sólo era la mujer más bella de la ciudad, sino también una de las más bellas que yo había visto en mi vida. Le eché el brazo a la cintura y la besé una vez.
- ¿Crees que soy bonita?- preguntó.
- Si, desde luego. Pero hay algo más... algo más que tu apariencia...
- La gente anda siempre acusándome de ser bonita. ¿Crees de veras que soy bonita?
- Bonita no es la palabra, no te hace justicia.
Buscó en su bolso. Creía que buscaba el pañuelo. Sacó un alfiler de sombrero muy largo. Antes de que pudiese impedírselo, se había atravesado la nariz con él, de lado a lado, justo sobre las ventanillas. Sentía repugnancia y horror.
Ella me miró y se echó a reír.
- ¿Crees ahora que soy bonita? ¿Qué piensas ahora, eh?
Saqué el alfiler y puse mi pañuelo sobre la herida. Algunas personas, incluido el encargado, habían observado la escena. El encargado se acercó.
-Mira -dijo a Cass-, si vuelves a hacer eso te echo. Aquí no necesitamos tus exhibiciones.
- ¡Vete a la mierda, amigo! -dijo ella.
- Será mejor que la controles -me dijo el encargado.
- No te preocupes -dije yo.
- Es mi nariz -dijo Cass-, puedo hacer lo que quiera con ella
- No -dije-, a mí me duele.
- ¿Quieres decir que te duele a ti cuando me clavo un alfiler en la nariz?
- Sí, me duele, de veras.
- De acuerdo, no lo volveré a hacer. Animo
Me besó, pero como riéndose un poco en medio del beso y sin soltar el pañuelo de la nariz. Cuando cerraron nos fuimos a donde yo vivía. Tenía un poco de cerveza y nos sentamos a charlar. Fue entonces cuando pude apreciar que era una persona que rebosaba bondad y cariño. Se entregaba sin saberlo. Al mismo tiempo, retrocedía a zonas de descontrol e incoherencia. Esquizoide. Una esquizo hermosa y espiritual. Quizás algún hombre, algo, acabase destruyéndola para siempre. Esperaba no ser yo.
Nos fuimos a la cama y cuando apagué las luces me preguntó:
- ¿Cuándo quieres hacerlo, ahora o por la mañana?
- Por la mañana -dije, y me di la vuelta.
Por la mañana me levanté, hice un par cafés y le llevé uno a la cama.
Se echó a reír.
- Eres el primer hombre que conozco que no ha querido hacerlo por la noche.
- No hay problema -dije-. En realidad no tenemos por que hacerlo.
- No, espera, ahora quiero yo. Déjame que me refresque un poco.
Se fue al baño. Salió enseguida, realmente maravillosa, largo pelo negro resplandeciente, ojos y labios resplandeciente, toda resplandor... Se desperezó sosegadamente, buena cosa. Se metió en la cama.
- Ven, amor.
Fui.
Besaba con abandono, pero sin prisa. Dejé que mis manos recorriesen su cuerpo. Acariciasen su pelo. La monté. Su carne era cálida y prieta. Empecé a moverme despacio y queriendo que durara. Ella me miraba a los ojos.
- ¿Cómo te llamas? -pregunté.
- ¿Qué diablos importa? -preguntó ella.
Solté una carcajada y seguí. Después se vistió y la llevé en coche al bar, pero era difícil olvidarla. Yo no trabajaba y dormí hasta las dos y luego me levanté y leí el periódico. Cuando estaba en la bañera, entro ella con una hoja: una oreja de elefante.
- Sabía que estabas en la bañera -dijo-, así que te traje algo para tapar esa cosa, hijo de la naturaleza.
Y me echó encima, en la bañera, la hoja de elefante.
- ¿Cómo sabías que estaba en la bañera?
- Lo sabía.
Cass llegaba casi todos los días cuando yo estaba en la bañera. No era siempre la misma hora, pero raras veces fallaba, y traía la hoja de elefante. Y luego hacíamos el amor.
Telefoneo una o dos noches y tuve que sacarla de la cárcel por borrachera y pelea pagando la fianza.
- Esos hijos de puta - decía-, sólo porque te pagan unas copas creen que pueden echarte mano a las bragas.
- La culpa la tienes tú por aceptar la copa
- Yo creía que se interesaba por mí, no sólo por mi cuerpo.
- A mí me interesas tú y tu cuerpo. Pero dudo que la mayoría de los hombres puedan ver más allá de tu cuerpo.
Dejé la ciudad y estuve fuera seis meses, anduve vagabundeando; volví. No había olvidado a Cass ni un momento, pero habíamos tenido algún tipo de discusión y además yo tenía ganas de ponerme en marcha, y cuando volví pensé que se habría ido; pero no llevaba sentado treinta minutos en el West End cuando ella llegó y se sentó a mi lado.
- Vaya, cabrón, has vuelto.
Pedí un trago para ella. Luego la miré. Llevaba un vestido de cuello alto. Nuca la había visto así. Y debajo de cada ojo, clavado, llevaba un alfiler de cabeza de cristal. Sólo se podían ver las cabezas de los alfileres, pero los alfileres estaban clavados.
- Maldita sea, aún sigues intentando destruir tu belleza....
- No, no seas tonto, es la moda.
- Estas chiflada.
- Te he echado de menos -dijo
- ¿Hay otro?
- No, no hay ninguno. Solo tú. Pero ahora hago la vida. Cobro diez billetes. Pero para ti es gratis.
- Sácate esos alfileres.
- No, es la moda.
- Me hace muy desgraciado.
- ¿Estás seguro?
- Sí, mierda, estoy seguro.
Se sacó lentamente los alfileres y los guardo en el bolso.
- Porque la gente cree que es todo lo que tengo. La belleza no es nada. La belleza no permanece. No sabes la suerte que tienes siendo feo, porque si le agradas a alguien sabes que es por otra cosa.
- Vale -dije-, tengo mucha suerte.
- No quiero decir que seas feo. Sólo que la gente cree que lo eres. Tienes una cara fascinante.
- Gracias.
Tomamos otra copa.
- ¿Qué andas haciendo? -preguntó.
- Nada. No soy capaz de apegarme a nada. Nada me interesa.
- A mí tampoco. Si fueses mujer podrías ser puta.
- No creo que quisiera establecer un contacto tan íntimo con tantos extraños. Debe ser un fastidio.
- Tienes razón, es fastidioso, todo es fastidioso
Salimos juntos, por la calle, la gente aún miraba a Cass. Aún era una mujer hermosa, quizá más que nunca.
Fuimos a casa y abrir una botella de vino y hablamos. A Cass y a mí, siempre nos era fácil hablar. Ella hablaba un rato yo escuchaba y luego hablaba yo. Nuestra conversación fluía fácil sin tensión. Era como si descubriésemos secretos juntos. Cuando descubríamos uno bueno, Cass se reía con aquella risa.. de aquella manera que sólo ella podía reírse. Era como el gozo del fuego. Y durante la charla nos besábamos y nos arrimábamos. Nos pusimos muy calientes y decidimos irnos a la cama. Fue entonces cuando Cass se quito aquel vestido del cuello alto y lo vi... Vi la mellada y horrible cicatriz que le cruzaba el cuello. Era grande y ancha.
- Maldita sea, condenada, ¿Qué has hecho? -dije desde la cama
- Lo intenté con una botella rota una noche. ¿Ya no te gusto? ¿Soy bonita aún?
La arrastré a la cama y la besé. Me empujo y se echo a reír:
- Algunos me pagan los diez y luego, cuando me desvisto no quieren hacerlo. Yo me quedo los diez. Es muy divertido.
- Sí -dije-, no puedo parar de reír... Cass, zorra, te amo... deja de destruirte; eres la mujer con más vida que conozco.
Volvimos a besarnos. Cass lloraba en silencio. Sentí las lágrimas. Sentí aquel pelo largo y negro tendido bajo mí como una bandera de muerte. Disfrutamos e hicimos un amor lento y sombrío y maravilloso.
Por la mañana, Cass estaba levantada haciendo el desayuno. Parecía muy tranquila y feliz. Cantaba. Yo me quedé en la cama gozando su felicidad. Por fin, vino y me zarandeó.
- ¡Arriba, cabrón! ¡Chapúzate con agua fría la cara y la polla y ven a disfrutar del banquete!
Ese día la llevé en coche a la playa. No era un día de fiesta y aún no era verano, todo estaba espléndidamente desierto. Vagabundos playeros en andrajos dormían en la arena. Había otros sentados en bancos de piedra compartiendo una botella solitaria. Las gaviotas revoloteaban, estúpidas pero distraídas. Ancianas de setenta y ochenta, sentadas en los bancos, discutiendo ventas de fincas dejadas por maridos asesinados mucho tiempo atrás por la angustia y la estupidez de la supervivencia. Había paz en el aire y paseamos y estuvimos tumbados por allí y no hablamos muchos. Era agradable simplemente estar juntos. Compré bocadillos, patatas fritas y bebidas y nos sentamos a beber en la arena. Luego abracé a Cass y dormimos así abrazados un rato. Era mejor que hacer el amor. Era como fluir juntos sin tensión. Luego volvimos a casa en mi coche y preparé la cena. Después de cenar, sugerí a Cass que viviésemos juntos. Se quedó mucho rato mirándome y luego dijo lentamente "NO". La llevé de nuevo al bar, le pagué una copa y me fui.
Al día siguiente, encontré un trabajo como empaquetador en una fabrica y trabajé todo lo que quedaba de semana. Estaba demasiado cansado para andar mucho por ahí, pero el viernes por la noche me acerqué al West End. Me senté y esperé a Cass. Pasaron horas. Cuando estaba ya bastante borracho, me dio el encargado.
- Siento lo de tu amiga.
- ¿El qué? -pregunté.
- Lo siento. ¿No lo sabías?
- No
- Suicidio, la enterraron ayer
- ¿Enterrada? -pregunté. Parecía como si fuese a aparecer en la puerta de un momento a otro. ¿Cómo podía haber muerto?
- La enterraron las hermanas
- ¿Un suicidio? ¿Cómo fue?
- Se cortó el cuello.
- Ya. Dame otro trago.
Estuve bebiendo allí hasta que cerraron. Cass, la más bella de las cinco hermanas, la chica más guapa de la ciudad. Conseguí conducir hasta casa sin poder dejar de pensar que debería haber insistido en que se quedara conmigo en vez de aceptar aquel "NO". Todo en ella había indicado que le pasaba algo. Yo sencillamente había sido demasiado insensible, demasiado despreocupado. Me merecía mi muerte y la de ella. Era un perro. No, ¿Por qué acusar a los perros? Me levanté, busqué una botella de vino, bebí lúgubremente. Cass, la chica más guapa de la ciudad muerta a los veinte años.
Fuera, alguien tocaba la bocina de un coche. Unos bocinazos escandalosos, persistentes. Dejé la botella y aullé "¡MALDITO SEAS, CONDENADO HIJO DE PUTA, CALLATE YA!".
Y seguía avanzando la noche y yo nada podía hacer.


Este cuento de Bukowsky inspiro a Fito Paez para el tema

POLAROID DE LOCURA ORDINARIA .

Bajo por el callejón
en donde estaba el
después vomito ese ron
manchando la pared
el sol le caí bien
entrando en la avenida
su vida no era mas su vida
pero eso estaba okey

La veo cruzar
cruzando un bosque
la veo alejándose de mi

Sus tetas y sus dos hermanas
tomaban un café
me acuerdo de la mañana
que me mostró su piel
estabamos en un bar
y se corto la cara
vibraba como en un nirvana
luego se hecho a correr

La veo cruzar
cruzando un bosque
la veo alejándose de mi

Pasábamos todo el día
tirados en la cama
el tiempo maldita daga
lamiéndonos los pies
brillaba era una perla
y nunca hacia nada
después dijo que me amaba
y se hundió la gillete
Sangro, sangro, sangro,
y se reía como loca
no he visto luz
ni fuerza viva tan poderosa
de todas ellas
ella fue mi frase mas hermosa
todo su cuerpo con espinas
y a mi me siguen las moscas.


miércoles, 22 de octubre de 2008

Charly Garcia





Promesas sobre el bidet

Por favor no hagas promesas sobre el bidet
por favor no me abras más los sobres.
Por favor, yo te prometo te escribiré
si es que para de correr.

Por favor, sigue la sombra de mi bebé,
por favor, no bebas más, por favor no llorés.
Por favor yo te prometo te escribiré si es que para de llover.

Porque me tratas tan bien, me tratas tan mal
sabés que no aprendí a vivir.
A veces estoy tan bien, estoy tan down.
Calambres en el alma,
cada cual tiene un trip en el bocho
difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo.


martes, 21 de octubre de 2008

Epitafios

Epitafios


Murió de tristeza.
El corazón le brotaba por la boca desde esa vez que la vio
-que seria la ultima-
Gritaba a plena voz “El amor es cosa de valientes!” Antes del corte final,
buscaba una canción antes del adiós, pero todas se mezclaban, ya no oía.Bbusco unos ojos, pero los suyos se apagaban.
Atrás quedaron las fugaces ilusiones y la cruel realidad.
Se ensordecieron los pensamientos y los párpados se acortinaron oscureciendo mas aun el baño sin lámparas.
La mano soltó el frío metálico para compararlo con el simil mármol, ya echada a la suerte de la convulsión.
Tal vez el último recuerdo fue una carcajada, aguda, lastimera, inventada,…
Ahí quedó el pibe, su familia, sus amigos y yo lo seguimos llorando.

Como llora alguien ante su propio funeral

lunes, 20 de octubre de 2008

Ismael Serrano





CIEN DIAS (LA TRAICION DE WENDY)

Como una luna nueva,
como el metro de Madrid,
negro como una caries
o un septiembre estudiantil,
como la certeza de que no sueñas conmigo,
negro era aquel bar
donde se esconden los malditos
de los amaneceres,
de los repartidores de periódicos,
de las agujas del sol,
del amor del prójimo.
Allí la encontré.
Como un suicida asomado
al borde del precipicio,
amontonando maldiciones
sobre la barra de aluminio,
temblaba en sus ojos
el humo de mil cigarros
que fumó con un tipo
que la había besado,
que la dejó una mañana
dormida entre las dunas de su cama,
que se fue con otra una madrugada.
Así la encontré
Alguien me contó que llevaba cien días
encerrada en aquel bar,
pidiendo fuego o alguna pista
que le ayudara a encontrar
la luz dentro del laberinto,
el mapa donde está escondido
el mar donde arden las promesas,
donde solías naufragar.
Cien días escondiéndose del gris
cielo de marzo y sus atascos,
tragando niebla por la nariz,
soñando contigo en los lavabos,
jurando no salir con vida,
sellando todas las salidas,
buscando en un mar de ginebra
una playa en la que encallar.
Besó una copa llena
de cenizas, me miró,
me dio el humo de sus manos,
lo fumé. A cambio yo
le conté que la ciudad
la estaba esperando,
que afuera llovían madreselvas,
que se acercaba el verano,
que qué iba a ser de nosotros,
si decidía no venir conmigo,
que saliera a desafiar
al alba y sus asesinos.
Así la hablé.
Sonrió cansada y perdida,
se abrió su boca azul.
Besó de nuevo la copa,
se marchó y toda su luz
fue devorada por la puerta de un servicio
donde mujeres sin alma te empujan al precipicio.
Serán ciento un días
encerrada en la negrura de este bar,
yo salí a la calle y olvide pagar.
Y me marché.



jueves, 16 de octubre de 2008

Tu amor y su adíos


Tu amor y su adiós


Te ame desde que bajaste

De tu gris carroza

Aquel viernes por la tarde

Sobre pétalos de rosas

Y caminaste hacia mi.


Te ame sin saber tu nombre

Pero te presentaste con una mirada

Y aprecie en tus ojos nobles

Mucho mas que mil palabras

Que me hablaban de ti.


Te ame solamente un segundo

Que se me transformo en 3 años

Di tantas vueltas por el mundo

Pero siempre volví a tu lado

Para verte sonreír.


Te amo hoy en día

Luego de meses de llorarte

Te amo aunque no seas mía

Si es que alguna vez fuiste de alguien,

Pero eso solo lo sabes tu.


Te amo tanto que me odio

Por haberte sido tan fiel

Si tu has estado con otros

Y yo siempre bajo tus pies,

Buscando tu luz.


Te amo y tu también me amaste

En crepúsculos transparentes

Sobre olas espumantes

De este sueño que duele

Ya muy lejos del sur.


Y te amare por que eres eterna

Que aunque mueras mil veces

Te seguiré y te traeré de vuelta

Para que nuevamente lo beses

Aunque me derrita el dolor.


Y te amare aunque te pierda

Si es que así eres feliz

Pero siempre estaré tras la puerta

que nunca vas a abrir,

Tal vez por temor.


Y te amare con mi llanto

Poesías y rimas

Que hoy ya no dicen tanto

Pero son solo mías

Al igual que tu amor y su adiós.

Lucía


Lucía


Vuela esta canción
para ti, Lucía,
la más bella historia de amor
que tuve y tendré.

Es una carta de amor
que se lleva el viento
pintado en mi voz
a ninguna parte
a ningún buzón.

No hay nada más bello
que lo que nunca he tenido.
Nada más amado
que lo que perdí.
Perdóname si
hoy busco en la arena
una luna llena
que arañaba el mar...

Si alguna vez fui un ave de paso,
lo olvidé pa' anidar en tus brazos.
Si alguna vez fui bello y fui bueno,
fue enredado en tu cuello y tus senos.

Si alguna vez fui sabio en amores,
lo aprendí de tus labios cantores.
Si alguna vez amé,
si algún día
después de amar, amé,
fue por tu amor, Lucía,
Lucía...

Tus recuerdos son
cada día más dulces,
el olvido sólo
se llevó la mitad,
y tu sombra aún
se acuesta en mi cama
con la oscuridad,
entre mi almohada
y mi soledad.





lunes, 6 de octubre de 2008

Jorge Luis Borges



El amor y la amistad




Ajedrez




El deseo de la Muerte

miércoles, 1 de octubre de 2008

Amigo dolor


Amigo dolor

El dolor es mi amigo

Un poco tímido y callado

El siempre viene conmigo

Dentro mío, a todos lados.


Lo presento ante los demás

Pero ellos no lo escuchan

Piensan que exagera

Y me echan a mí la culpa.


A veces se esconde

Tras una sonrisa

Y a veces se rompe

Con una caricia.


Pero hoy no estas solo dolor

Te lo demuestran en un abrazo

Tus amigos rencor,

Llanto y fracaso.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Diego Armando Maradona



Mi cotidiano insomnio

Mi cotidiano insomnio se obstina en el misterio
de recordarme al otro aquel que fui.
El niño que rondó algún potrero
que, seguro, ya no besa la luna.
Aún no habías nacido y andabas en mi envidia,
como en todos los niños.
Diego, en la callada foto que conservo en mi cuarto
donde desguarnecido te apoyaste en mi pecho,
vi tu desolación de niño acorralado.
Se adivina el madero en tu mirada tierna.
Una constelación de multitudes
te ha cercado por siempre.
Ya no tendrás olvido,
ya no tendrás descanso.
Mientras haya un planeta en que respire un niño,
un niño habrá que sueñe que es Diego,
y que repite los goles imposibles
de músicas y pájaros.

Leonardo Favio










viernes, 5 de septiembre de 2008

Vientre de luto


Vientre de luto
(madre del viento)


Aquella luz que se ha ido apagando

Es semilla que jamas brotara

En el vientre que se ha sembrado;

Y tantos sueños anhelados

Son aurora que no vendrá,...

Arrullo sin despertar.


Triste madre del viento,

Que cruza la brisa de la mañana

Tal vez tan joven y sin saberlo

Creció un día su dulce pecho

Y una vida se aferro a sus entrañas,...

Para luego irse en horas tempranas.


Hermosa criatura que no será niño

Dejándote por las noches en vela

- mezcla de cansancio y cariño-

Y que el caer de un corpiño

Sea del pequeño la dulce espera,...

Del seno de madre; su mamadera.


Melodías ya no queda ninguna,

Que aguardaron ser remanso

Y hoy se esconden en la bruma

Junto a canciones de cuna,

Arrumacos y abrazos,...

Perdidos en el ocaso.


Saber que su primera palabra

Es un susurro del eco tan lejano

Que surca fronteras de almas

Tomándose de otras palmas

Aferrándose a otras manos,...

Testigos de sus primeros pasos.


¿Que miraran sus tiernos ojitos

Tal vez azules o verdes

En ese lugar tan bendito

Con nubes como corralito? ;

¿Quizás el amanecer que se pierde,...

O algún rostro que ya no recuerde ?


No sé bien donde estará

Pero tu cuerpo lo espera

Por que aun sé que vendrá

A inundar la soledad

De ese vientre en forma nueva,...

Anidando otra vez; sobre tus caderas.

viernes, 29 de agosto de 2008

Andres Calamaro


Crimenes perfectos


¿Sentiste alguna vez lo que es tener
el corazon roto?

¿Sentiste a los asuntos pendientes volver
hasta volverte muy loco?

Si resulta que sí, sí podrás entender,
lo que me pasa a mi esta noche.
ella no va a volver y la pena me empieza a crecer,
adentro. la moneda cayó por el lado de la soledad.

Todo lo que termina, termina mal,
poco a poco.
y si no termina, se contamina más,
y eso se cubre de polvo.

Me parece que soy de la quinta que vio
el mundial setenta y ocho.
me toco crecer viendo a mi alrededor
paranoia y dolor.
la moneda cayo por el lado de la soledad, otra vez, otra vez.

No me lastimes con tus crímenes perfectos,
mientras la gente indiferente se da cuenta.
de vez en cuando solamente sale afuera la peor manera.

Si resulta que sí, sí podrás entender,
lo que me pasa a mi esta noche.
ella no va a volver y la pena me empieza a crecer,
adentro. la moneda cayó por el lado de la soledad. y el dolor;
la moneda cayó por el lado de la soledad;
la moneda cayó por el lado de la soledad, otra vez;
la moneda cayó por el lado de la soledad;
la moneda cayó por el lado de la soledad.




jueves, 28 de agosto de 2008

Eduardo Galeano


Los nadies

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

lunes, 25 de agosto de 2008

Asi es mi amor



Así es mi amor


Efímero sorbo; así es mi amor

Que tragas sin probar

Bebida según tú sin sabor

Esa que bebes y luego te vas.


Eterno suspiro; así es mi amor

Del centro de tu vientre

Nido de sueños y de ilusión

Cuna del niño..., Lecho de muerte.


Pequeño vaguido; así es mi amor

Mimetizado en un traje de amigo

Tormenta infinita sin ninguna razón

Momentos acallados,... Y perdidos.

jueves, 21 de agosto de 2008

Joaquin Sabina



19 dias y 500 noches


Lo nuestro duró

lo que duran dos peces de hielo
en un whisky on the rocks,
en vez de fingir,
o estrellarme una copa de celos,
le dio por reír.
De pronto me vi,
como un perro de nadie,
ladrando, a las puertas del cielo.
Me dejó un neceser con agravios,
la miel en los labios
y escarcha en el pelo.

Tenían razón
mis amantes
en eso de que, antes,
el malo era yo,
con una excepción:
esta vez,
yo quería quererla querer
y ella no.
Así que se fue,
me dejó el corazón
en los huesos
y yo de rodillas.
Desde el taxi,
y, haciendo un exceso,
me tiró dos besos...
uno por mejilla.

Y regresé
a la maldición
del cajón sin su ropa,
a la perdición
de los bares de copas,
a las cenicientas
de saldo y esquina,
y, por esas ventas
del fino Laína,
pagando las cuentas
de gente sin alma
que pierde la calma
con la cocaína,
volviéndome loco,
derrochando
la bolsa y la vida
la fui, poco a poco,
dando por perdida.

Y eso que yo,
para no agobiar con
flores a María,
para no asediarla
con mi antología
de sábanas frías
y alcobas vacías,
para no comprarla
con bisutería,
ni ser el fantoche
que va, en romería,
con la cofradía
del Santo Reproche,
tanto la quería,
que, tardé, en aprender
a olvidarla, diecinueve días
y quinientas noches.

Dijo hola y adiós,
y, el portazo, sonó
como un signo de interrogación,
sospecho que, así,
se vengaba, a través del olvido,
Cupido de mí.
No pido perdón,
¿para qué? si me va a perdonar
porque ya no le importa...
siempre tuvo la frente muy alta,
la lengua muy larga
y la falda muy corta.

Me abandonó,
como se abandonan
los zapatos viejos,
destrozó el cristal
de mis gafas de lejos,
sacó del espejo
su vivo retrato,
y, fui, tan torero,
por los callejones
del juego y el vino,
que, ayer, el portero,
me echó del casino
de Torrelodones.
Qué pena tan grande,
negaría el Santo Sacramento,
en el mismo momento
que ella me lo mande.


martes, 12 de agosto de 2008

Todo se refleja


Todo se refleja
(poema del que se queda ,en la búsqueda del norte)

No es necesario que te pongas en mi lugar
Y cuentes el tiempo que ha de pasar;
Que taches en el calendario uno a uno los días
Hasta aquel segundo eterno de la partida.

No trates de recorrer ese imaginario viaje
Con sueños que no entran en tu equipaje
Si suena paradójico que has de irte
Hacia aquel lugar del que nunca te fuiste.

No hace falta que pretendas no escuchar
Ese acento extraño de los niños al hablar
El aroma mágico de la cálida bienvenida,
Aquel sabor del viento que nunca se olvida.

Ni tampoco pienses que me creo
Que en las despedidas nada es regreso,
Ni que quieras ocultar el temblor en tu voz
Por miedo a que llores al decir “adiós”.

No trates de aparentar que todo esta bien
Que el cielo o el infierno dan lo mismo esta vez
Que tus lágrimas ruedan sobre esperanzas vanas
Que no apuntan hacia el norte tus miradas lejanas.

No es preciso que rías si quieres llorar
Por que aquello que se calla no se dice jamas
Y las palabras no se pegan como la tinta al papel
Son aves que vuelan lejos y ya no vuelves a ver.

Todo hasta lo que no imaginas se refleja
Como anhelos en una dulce espera
Porque lo que ayer viste de un lado del espejo
Hoy de este lado de la acera es solo su reflejo.

Y los demás no entienden que todo se refleja
Que el autobús acelera sobre una herida vieja
Que las lágrimas caen y cada una tropieza
Con el principio del final..., Que recién comienza

viernes, 8 de agosto de 2008

Luis Alberto Spinetta



Seguir viviendo sin tu amor

Si a tu corazón yo llego igual
Todo siempre se podrá elegir
No me escribas la pared
Sólo quiero estar entre tu piel

Y si acaso no brillara el sol
Y quedara yo atrapado aquí
No vería la razón
De seguir viviendo sin tu amor

Y hoy que enloquecido vuelvo
Buscando tú querer
No queda más que el viento
No queda más que el viento

Y si acaso no brillara el sol
Y quedara yo atrapado aquí
No vería la razón
De seguir viviendo sin tu amor

martes, 5 de agosto de 2008

Sueños, arroyos y sufrimientos

Sueños, arroyos y sufrimientos

(poema de narciso)


En el arroyo de la vida

Veo sobre el agua reflejada

Tu cara, que es la mía,

El mismo gesto, la misma palabra.


Estos ojos tan tuyos, tan nuestros,

Que no son mas que lo mismo

Mundos hacedores de sueños

Parpadeantes soldados al unísono.


Puedo contemplar el fiel retrato

De esa persona inalcanzable, soñada

Pero aunque contenerme trato

En mis ojos tropieza una lagrima.


Esta golpea sobre el agua

Mientras ondea en el recuerdo

Y vuelve a formarse esta mirada

Ojos creadores de arroyos y sufrimientos.

Julio Cortazar



LOS AMIGOS


En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.